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Y que por favor no olviden a Venezuela

Hace poco más de un mes hice una de las compras más impulsivas y hermosas que realicé en el 2014. Desde diciembre del 2011 había querido escuchar la magia de Rock & MAU. No sé por qué nunca había ido, entre una cosa y otra lo había dejado pasar. Pero como el universo conspira a favor de las cosas lindas, haber ido anoche fue hermoso. Por el lugar, por la fecha, por la situación, por la compañía.

Esto no es un anuncio

En el 2014 murió Simón Díaz, me fui por seis meses y descubrí que aún no podía vivir afuera porque aún hay mucho para hacer en casa, lloré por nombres en listas eternas de estudiantes detenidos y torturados, conocí gente increíble, respeté más aún el trabajo de los fotoperiodistas, hice cosas de las que estoy orgullosa, otras que no tanto. El 2014 fue particularmente duro para quienes, como yo, hemos decidido seguir buscando los pedacitos de rayos de sol. No es fácil, obviamente, hay días en los que quiero llorar y quedarme en mi cuarto, pero son muy, muy pocos. La mayoría de los días algo me motiva a seguir: Una persona, un gesto, un cuento, un amigo que quiero que vuelva.

Cuestión que regresar a Venezuela fue fácil, mantenerme probablemente no lo sea tanto. Entonces, busco pedacitos de alegría para recordar por qué soy feliz con el gentilicio. Y eso fue el Rock & MAU en el Aula Magna de la UCV. Fue reconciliarme con lo sabroso del país, fue bailar con canciones que ya conocía, pero con ritmos venezolanos, con gente dándolo todo en un escenario. Gente que siente a este país tanto como yo, como ustedes. Como todos.

Entonces, en este poquitico de letras que decidí escribir, solo quiero pedirle algo a todos los que se van, y miren que sé lo difícil que puede ser esto: váyanse, fórmense, todo bien, pero no dejen de creer en los venezolanos. No en las montañas, ni en los mares, no. En los venezolanos. En esa gente que sigue aquí echándole pichón para que lo bueno haga más ruido que lo malo, para que recordemos que todos los países tienen cosas buenas y malas, pero que no hay un lugar como casa. Y que sí, que tenemos un mal gobierno, que no nos hace sentir nada orgulloso, pero recuerden que negar el gentilicio es negar que ustedes también son parte de ese talento que anda por ahí recordándole a la gente que tan malos no somos.

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La patria no es el espacio físico, es la gente que llena esos espacios. Así que estemos donde estamos, no dejemos de creer en Venezuela, por favor. No somos el mejor país del mundo, pero creo que podemos acercarnos a serlo si miramos más la parte positiva y conseguimos las oportunidades en medio del desastre. Sé que se puede, sino:

Ah, y que por favor no olviden a Venezuela.

Fotografía de portada.

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