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No soy dueña de mi cuerpo

Hace algunos meses les escribí las razones por las cuales no quiero tener hijos y lo difícil que resulta vivir esta decisión en una sociedad en la que se considera que la única forma de realizarte como mujer es a través de la maternidad. Todo, incluso el sistema de salud, se confabula para recordarte que no tienes derecho sobre tu propio cuerpo. Y afirmo esto porque para mujeres que no quieren tener hijos y por motivos de salud no pueden usar anticonceptivos hormonales ni el DIU, la opción más lógica es la ligadura de trompas pero muchos profesionales de la salud opinan lo contrario.

Este cuerpo no es mío

Esto no es un anuncio

Cada vez que voy al ginecólogo, sobre todo si es uno nuevo, suelo hacerle «la pregunta«, un poco por diversión, otro poco porque la esperanza es lo último que se pierde. La pregunta es muy sencilla: dada mi mayoría de edad y mi deseo de no tener descendencia, ¿cuál sería el procedimiento para esterilizarme?. He hecho esta pregunta al menos a 7 ginecólogos diferentes (todos en consultas privadas, ninguno del sector público) y siempre recibo respuestas negativas. Las razones que me ofrecen para negarme el procedimiento son tan variadas como ambiguas; pero todas tienen algo en común: la decisión de lo que quiero hacer con mi cuerpo y mi futuro no depende de mi.

Un doctor me dijo que hay impedimentos legales. Esterilizarme era imposible pues yo podría demandarlo en caso de que, en un futuro, quisiera tener hijos. Cuando le dije que podría firmar un documento autorizando la cirugía y eximiéndolo de cualquier complicación futura (que se hace, de hecho conseguí este modelo en la red); se quedó mudo y me dijo que no se podía, no había manera de hacerlo. En este caso, se consideraba que no puedo tomar una decisión de este tipo, pues todo apuntaba a que me arrepentiría en el futuro, cuando se me activara el reloj biológico (ja).

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En una siguiente visita a una nueva ginecóloga, me dijo que no tenía la edad suficiente para poder tomar esa decisión. A mis 29 años no tenía la madurez suficiente para poder determinar lo que hago con mi útero, por supuesto. Eso si, no dudó ni un segundo en preguntarme si estaba casada y qué opinaba mi esposo sobre esto. Otra ginecóloga me dijo que la ley prohibía esterilizar a mujeres solteras o que no tuvieran hijos y que lo hacían sólo con el consentimiento de mi marido. ´

De todo esto concluyo una sola cosa: si hay algo de lo que está segura esta sociedad es de que no soy dueña de mi cuerpo. Sin importar mis argumentos, necesidades o deseos no tengo manera de saber ni decidir lo que me conviene. En este caso, mi marido, un médico, una ley moral (por no tildarla de imaginaria) y hasta una construcción social conocida como «reloj biológico» tienen más poder sobre mi útero y mi futuro que yo misma.

No es imposible

Hace unos meses fui de nuevo a consulta, con una ginecóloga nueva. Por supuesto, no dudé en hacerle la pregunta. Esta vez ella sonrió y me dijo que no podía hacerlo, pues el seguro no cubría este procedimiento (al fin algo con un poco de sentido) y de una vez comenzó a explicarme que existe una suerte de tabú, una prohibición tácita alrededor de esta práctica. De hecho, me comentó que en varias oportunidades ha esterilizado mujeres casadas, con hijos que no desean seguir procreando casi a escondidas de sus colegas, pues muchos consideran que es casi un crimen ligar mujeres jóvenes y sanas. También me dijo que en muchas clínicas, maternidades y hospitales se solicitaba la autorización del marido para poder hacerlo.

Por primera vez en tantos años otra mujer me decía que entendía perfectamente mi posición, pero que eran relativamente pocos los profesionales en mi ciudad que estaban dispuestos a hacer realidad mis deseos y me proporcionó algunas opciones para lograr mi objetivo sin quedar en la bancarrota. La validación externa no es necesaria, pero se siente bien saber que hay personas que te brindan información sin juzgar tus decisiones.

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Lo que dice la ley

La Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia en su artículo 52 establece penas sólo para la esterilización forzada:

Quien intencionalmente prive a la mujer de su capacidad reproductiva, sin brindarle la debida información, ni obtener su consentimiento expreso, voluntario e informado, no existiendo razón médica o quirúrgica debidamente comprobada que lo justifique, será sancionado o sancionada con pena de prisión de dos a cinco años.

De resto, no existe ninguna ley que prohiba la esterilización voluntaria, siempre y cuando se informe debidamente a la mujer del procedimiento y su naturaleza irreversible. Asimismo, no se especifica en ninguna ley que el cónyugue o pareja deba autorizar la intervención. Cualquier médico o institución que afirme lo contrario está violentando tu derecho a decidir sobre tu cuerpo y es poible denunciarlo ante el Ministerio de la Mujer. Mi cuerpo, mi derecho; pero parece que a algunos profesionales de la medicina de este país eso no les importa. Ah, para finalizar debo acotar que prácticamente no hay ningún impedimento, duda ni preguntas para los hombres que deseen hacerse una vasectomía.

Nota: para l@s interesad@s, en PLAFAM hacen vasectomías y ligaduras de trompas por laparoscopia a precios solidarios, sin importar si tienes hijos o no. Puedes encontrar información sobre requisitos, costos y fechas en su sitio web.

 

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