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Si vives en Venezuela y eres mujer, se espera que seas histérica

He perdido la cuenta de cuántas personas me han dicho que “mujer que no jode es hombre”.También he escuchado a mujeres aseverar que “sólo tengo amigos hombres, porque todas las mujeres son unas víboras/locas”. También me han dicho “con esa cinturita, lo que te falta es operarte las tetas para que quedes bien” y podría seguir y seguir con ejemplos de mi vida cotidiana en la que se me pide que me vea o actúe de una forma determinada. Luego de unir los puntos he llegado a la conclusión de que esta sociedad espera que sea una mujercita histérica, como si ese fuera la única forma de ejercer mi feminidad.

¿Histérica yo?

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Comencemos utilizando la definición de los aspectos de la personalidad histérica que aparecen en el DSM-II (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) publicado en 1968, en el que se define como un síndrome caracterizado por excitabilidad, inestabilidad emocional, hiperreactividad, autodramatismo, búsqueda de atención, inmadurez, vanidad y dependencia excesiva*. De momento, todo suena a palabras extrañas, pero si comenzamos a desgranar cada término, nos daremos cuenta que es la caracterización dentro del imaginario cotidiano venezolano de lo que debe ser una mujer.

Por ejemplo, cada vez que asumimos que “Venezuela tiene las mujeres más bellas” y que no temen someterse al bisturí para alcanzar un anhelado estándar de belleza, estamos alimentando la vanidad y la necesidad de llamar la atención. Cuando el deseo de muchas es participar el Miss Venezuela y pululan las academias de modelaje para niñas y si quieres que te atiendan bien en un lugar, tienes que tener un escote pronunciado y los pechos rozando la barbilla, enviamos el primer mensaje: tienes que ser bella y deseable para poder ser apreciada por la sociedad, para valer algo.

Eres un objeto.

Asimismo, la creencia de que todas las mujeres son intensas, víboras malintencionadas, perpetúa este patrón, porque se asume que la mujer es un producto que ve a las otras como competencia. Bajo esta perspectiva, las mujeres somos envidiosas, malvadas, chismosas, dispuestas a hundir a la otra para lograr sus objetivos. Porque si deseas algo, tienes que luchar para conseguirlo. Sin importar si es un vestido, un hombre o determinada posición social. Se espera que reacciones de forma excesiva, exagerada, que dramatices, porque mujer que no jode es hombre. Además, los ataques de ira caprichosa también son una forma de alcanzar tus objetivos.

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Si ves las novelas que son parte de la cultura pop de nuestro genticilico, ¿cómo son las mujeres? Son sufridas, siempre rescatadas por un hombre millonario que las saca de abajo y las representan. No es de extrañar que las féminas de nuestro país siempre sean las víctimas (de sus parejas, de la vida, de los amigos, de todo) y estén quejándose eternamente, el autodramatismo es pan de cada día.

Las mujeres no pueden vivir sin un hombre que las represente, o que al menos las traten como ellas se merecen. Y como son más dulces, delicadas y sentimentales, es muy mal visto que tengan relaciones únicamente sexuales. La mujer necesita involucrarse sentimentalmente con sus parejas, si no son tildadas de putas. Ese hombre es el depositario de todos sus afectos, anhelos y sueños; y las amistades son muy importantes. La mujer depende emocionalmente de todas estas personas.

No eres un bicho raro

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Seguramente, muchas de las mujeres que leen esta nota deben tener una ceja levantada y una mirada de desaprobación. Si bien es cierto que se espera que seamos unas histéricas de librito, no todas lo somos. La buena noticia es que no eres un bicho raro, porque existen cientos de formas de ejercer tu condición femenina. Tampoco eres superior a aquellas que viven dentro de los estándares antes descritos, así que no se vale despreciarlas. Porque si parece que sólo te rodean este tipo de personas, es porque quizá tu también tienes alguno de estos rasgos o estás en el ambiente equivocado.

Es cierto que te encontrarás con mujeres que se tragaron el cuento completito, sólo déjalas vivir su proceso y continúa con el tuyo. Porque si sigues descartando la amistad con otras mujeres, si sigues sintiendo vergüenza por tu cuerpo, ridiculizando a las demás por su apariencia y clasificándote como la outcast de la sociedad, seguirás perpetuando el modelo que se te impone. Sólo a través de la aceptación del otro, sin prejuicios sino desde la genuina curiosidad, el conocimiento de tí misma, el emponderamiento y la honestidad podremos empezar a transformar nuestra sociedad.

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Creo firmemente que poco a poco estamos rompiendo esos estereotipos, que somos muchas más que asumimos con madurez la responsabilidad y el poder de vivir nuestras vidas como mejor nos parezca, sin caricaturizarnos, pero que hasta que no logremos desterrar conscientemente esos patrones, que dejemos de sentirnos los bichos raros, las excluidas de la sociedad, no normalizaremos nuestra forma de vida y expresión.

* Nota para los psicólogos y aficionados: debo destacar que utilizo este concepto de histeria con fines puramente ilustrativos. Estoy al tanto de que a partir del DSM- III (1980) se cambió el concepto de histeria y se agrupó dentro del eje II de trastornos de personalidad y a partir de allí se ha transformado, alcanzando otros derroteros. 

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